Así contado parece fácil dejando de lado las decepciones y lesiones que te hacen plantearte el sentido que tiene tanto esfuerzo para ser mejor que otro con una espada.
En cualquier caso, aparte de un currículum, el bagaje más importante que se lleva cualquier deportista a este nivel, son las experiencias, el compañerismo, aprender a trabajar en equipo, recorrer multitud de países y desde luego, compartir el momento de desfilar en la inauguración de unos Juegos Olímpicos.
La primera vez que competí en un Campeonato de España éramos 4. A la semana siguiente competí en Francia y en la misma categoría había 200 niños franceses. Aún siendo un chaval, me daba cuenta de que los mejores entre 200 suelen ser bastante superiores a los mejores entre 4. Lo que cuando siendo un niño me parecía tan difícil, es lo que me provoca una enorme alegría las contadas e importantes ocasiones en que he conseguido ganar. Gracias al trabajo y a la ilusión de mucha gente, las cosas se van igualando y ya podemos presumir de tener medallas en todo tipo de campeonatos, Europeos, Mundiales y Juegos Olímpicos.
“Tras muchos años batiéndome en duelo con la espada, no he encontrado oro, ni joyas ni piedras preciosas”
De vez en cuando vuelvo por la pequeña sala de la calle Alcalá y donde antes éramos 4, ahora somos 100. No sé qué me deparará mi futuro deportivo, pero me temo que no siempre podré vivir del jugo. Lo que tengo claro es que la esgrima seguirá creciendo. Y vendrán otros a los que les podremos exigir que miren sin complejos a sus rivales desde la primera competición. Y me encanta sentirme parte de esta evolución.
Pero tampoco quiero engañaros, lectores de Otrotipo². Tras muchos años batiéndome en duelo con la espada, no he encontrado oro, ni joyas ni piedras preciosas. Quizás sea otra consecuencia de las hipotecas subprime, pero también puede que el concepto de tesoro haya evolucionado. El que quiera ser esgrimista no encontrará doblones de oro, pero vivirá las sensaciones de un deporte apasionante que mejorará su condición física de una manera bastante más divertida que con el afamado método Pilates.
Los molinos de viento se van haciendo más pequeños a medida que crece nuestro entusiasmo y nuestro medallero. Además no hay muertos, mutilados ni tuertos.
Las agujetas, y desde luego las decepciones que puede sufrir todo romántico, son el único dolor que pueden sentir los caballeros andantes del siglo XXI.
Jorge Pina Pérez
Campeón de Europa 2007. Diploma Olímpico Pekín 2008.”