Indudables los beneficios que cualquier deporte mejora en un niño: coordinación, psicomotricidad, percepción espacial, elasticidad o multilateralidad.
La esgrima además de compartirlos, incide de forma más directa en la coordinación mano-pie, los reflejos, la velocidad, la explosividad y la estabilidad y equilibrio.
Pero el punto fuerte de este deporte son los aspectos psicológicos y mentales. Al tratarse de un deporte de combate, la concentración y la capacidad de dirigir el foco atencional son fundamentales. La observación y el análisis ayudarán a desarrollar una manera de pensar más táctica y estratégica, que les ayudarán a tomar decisiones. La determinación para poder llevar a cabo estas decisiones les ayudará a crear y mejorar la confianza necesaria para poder llevarlas a cabo. La creatividad formará parte de todo este proceso de búsqueda de soluciones a los diferentes problemas que se puedan plantear. Además se hace muy importante la capacidad de gestionar las emociones: el estrés, los nervios, la frustración, la euforia…
Las relaciones sociales en estas edades son muy importantes. Enseñar a trabajar en equipo para hacer que todo el grupo mejore y se divierta, nos parece clave. Enseñar a jugar y a divertirse, respetando al compañero, y entendiendo las normas, la victoria y la derrota como parte del aprendizaje y la mejora.
No se nos puede olvidar el papel tan importante que tiene el deporte para mejorar y reforzar nuestra salud. La práctica deportiva, unida a una buena alimentación y a unos correctos hábitos saludables, hará de nuestros chavales personas más sanas y con un sistema inmunológico reforzado.