EG: Tenéis que estar todo el rato anticipándoos e ir por delante de la competición, ¿no?
E: Lo más cansado es tener controlada la competición en todo momento, no solo saber en qué cuadro están, quién va ganando y quién no. Tienes que tener la intuición de quién va a ganar. En un 14-14 si te pones en el lado equivocado, pierdes la foto. Fallamos, muchas veces, pero usamos esa pequeña intuición en muchas ocasiones.
EG: Hablas en plural, como si fueseis un equipo.
E: A ver, Bizzi para mí es como un padre. Él tiene un hijo que hizo esgrima, y la gente allí me llaman su hija, pues, como la hija que nunca tuvo, jejeje. Me cuida muchísimo, siempre después de un mal día le puedo llamar y me aconseja. Él ha vivido mucho, tiene mucha experiencia y cada día aprendo algo de él, no solo de fotografía y esgrima, si no de la vida misma. Me hace muchas referencias del tipo “¿te arrepentirías si no lo hicieses?” y alude mucho a que hay que vivir, que no sabes cuándo puedes morir, jejeje, y al final tiene razón en cuanto a que te arrepientes más de lo que no haces que de lo que haces.
EG: ¡Qué suerte haber encontrado a un mentor, un maestro que te apadrine así!
E: La verdad es que sí. Aunque él no se considera un maestro, es muy tímido a la hora de enseñar cosas. Es más maestro de enseñar haciendo que de tener la lección de cada día. Yo le he observado mucho, cómo se mueve y la verdad es que nos compenetramos y entendemos muy bien trabajando. En Wuxi se dio cuenta que estando a 100m el uno del otro, los dos sabíamos qué hacía cada uno y con un pequeño gesto ya sabíamos dónde ir. Fue muy gracioso una vez en la que nos intercambiamos las tarjetas de las cámaras por accidente, y al editar las vi y dije “vaya, si no recuerdo haber hecho esta foto. Pero parece mía la verdad”, y a él le pasó lo mismo por lo que se ve. Fue muy bueno saber a qué punto de compenetración estábamos llegando. Él me deja su tarjeta y yo a él para editar y sabemos exactamente cómo queremos que queden. Hemos conseguido una conexión muy buena en muy poco tiempo. Es impresionante, muy bonito.
EG: ¿Cuánto llevas haciendo fotografía de esgrima?
E: En realidad llevo un año y medio nada más. Y lo que queda, y lo que me gustaría aprender. Me encanta aprender, odio estudiar, me encanta aprender, jejeje.
EG: ¿Has hecho otras cosas a parte de foto de esgrima?
E: Sí. La Gazzeta dello Sport, el diario más antiguo de deporte, hacen un campus cada verano de deporte, y me mandaron para hacer fotos y video
EG: ¿Y qué tal el video?
E: Muy bien. La verdad es que la posproducción de video es un arte, me flipa. Hay que echarle mucho tiempo, pero cuando obtienes el resultado motiva mucho ver el video, cómo llega a la gente… no estoy 100% segura, pero el video se va a comer a la foto. Porque nos estamos volviendo más vagos, y esto de ver fotos aburre. En un video que te cuenta exactamente lo mismo que la foto pero te lo da ya mascado, no hay que interpretar.
EG: Entonces, ¿dónde vives y trabajas ahora, en Valencia o en Italia?
E: Estoy viviendo en Valencia. Y trabajo en las distintas competiciones. He estado en Cali, en Atenas, Budapest, Catar…
EG: Bueno, la verdad es que aquí no hay tanto dinero en esgrima como en Italia.
E: Ya… no hay dinero pero sí que hay muchas ganas. Veo, por ejemplo, a Sofia Cisneros trabajar como una loca y a Nuria Tejeiro también.
EG: La verdad es que si hay tantas ganas es porque la esgrima es un deporte que engancha mucho, se convierte en la forma de vida de mucha gente. ¿Qué es lo que te mola a ti de la esgrima?
E: Como tiradora lo que más me gusta son los reflejos que hay que tener, y por otro lado, el respeto que infunde este deporte, tanto al árbitro como al contrincante. Y el tener que solventar una situación en la que no sabes qué es lo que va a pasar. Puedes tener la jugada pensada, pero te la pueden cambiar en cualquier segundo. Esa espontaneidad, la elegancia, los reflejos… el desafío que comprende un asalto ¡Me encanta!